Desde CREA, destacaron una mejora con respecto al año pasado, aunque persisten focos que requieren atención.
La Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis arrojó una muy buena situación para la campaña maicera 2024/25, con prácticamente el 90% de las localidades relevadas libres de esta plaga. En tanto, en una reunión virtual organizada por el proyecto Plagas de CREA, más de 120 investigadores y técnicos de todo el país abordaron los desafíos del manejo de la chicharrita.
El encuentro, que contó con exposiciones de Lucas Cazado, líder del proyecto, y los investigadores Alejandro Vera y Augusto Casmuz de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), culminó con las reflexiones de Federico Zerboni, presidente de Maizar.
Cazado dijo que la chicharrita estaba presente en todas las latitudes, sobre todo en el NOA y el NEA, pero nunca en la magnitud de la campaña pasada. También destacó que “muchas zonas que habían tenido poblaciones considerables están muy bien hoy”.
Y resaltó que no todas las chicharritas que aparecen son Dalbulus maidis, es decir, no son vectores del complejo de achaparramiento. En relación con la recientes detección de algunos focos, el especialista dijo que no “son para alterarse, sino para tomar recaudos”.
Por su parte, Alejandro Vera señaló que“el clima este invierno fue un aliado excepcional, y hoy el escenario es diametralmente opuesto al del año pasado”. Pese a esta mejora, Vera subrayó la importancia de mantener la vigilancia: “Hay zonas puntuales, en Tucumán y Salta, donde hay que prestar atención y adoptar medidas para evitar incrementos de este vector”.
En esas áreas, se realizaron aplicaciones de graminicidas e insecticidas que lograron controlar los escapes. “Todo lo que se hace al principio es trascendente. Las chicharritas no van a desaparecer, pero depende de nosotros evitar los aumentos poblacionales de la campaña pasada”, enfatizó.
Por otra parte, Augusto Casmuz se refirió a las herramientas de control, partiendo de que no hay una receta o solución mágica porque la aparición de esta plaga es multifactorial. “Al planificar la campaña hay que incluir un plan para el manejo de Dalbulus maidis, ya que este vector exige sumar una serie de herramientas, tanto culturales como químicas, para tener un cultivo exitoso”.
Además, Casmuz dijo que antes de incorporar de cualquier estrategia para el manejo del vector y de los patógenos, es partir de poblaciones bajas. Para ello, la eliminación de los maíces guachos y el monitoreo sistemático de las trampas y de los cultivos es clave.
“A nivel mundial aún no existen materiales con resistencia, hay que tratar de trabajar con híbridos, los que demuestren un comportamiento diferencial, aunque la genética no es la única solución al problema”, indicó. Entre las estrategias químicas es crucial el tratamiento de semillas porque los primeros estadios fenológicos del maíz son la etapa más vulnerable del cultivo.
La elección de las fechas de siembra incide mucho, su escalonamiento representa un impacto exponencial sobre las siembras más tardías. Además, indicó, “el monitoreo también permite hacer un tratamiento diferencial del lote, ya que en general la chicharrita comienza por las borduras”, lo que permitirá ahorrar recursos.
En tanto recién como último recurso aparece la aplicación de productos foliares: “Todas las herramientas químicas son de amplio espectro, por lo que es importante aplicar con base en los resultados arrojados por el monitoreo”. En cuanto a qué aplicar, “en etapas muy tempranas, lo ideal deberían ser los productos de contacto”, dijo Casmuz.