Maíces especiales: genética y manejo para granos de alta calidad en la industria de snacks y polentas

En el 4° Congreso Internacional de Maíz, especialistas destacaron que la combinación de genética y manejo es clave para producir granos Flint y pisingallo con calidad industrial, un segmento en el que Argentina tiene ventajas competitivas y crecientes oportunidades de negocio.

Durante la segunda jornada del encuentro, un panel sobre “uso industrial de maíces especiales” reunió a Lucas Borras, doctor en Ciencias Agropecuarias de la UBA y referente de Corteva Agriscience en Estados Unidos, y a José Gerde (foto), quien es investigador del CONICET y de la Facultad de Ciencias Agrarias de Rosario. La moderación estuvo a cargo del periodista Alejandro Rollán.

Genética + manejo: la fórmula de la calidad

Borras subrayó que el paradigma cambió: ya no alcanza con seleccionar el genotipo adecuado, sino que la calidad depende de la interacción entre genética, ambiente y manejo. Fertilización nitrogenada, densidad de siembra y control sanitario se consolidan como variables decisivas para maximizar la dureza del grano, fundamental en los procesos de molienda seca.

“Hoy contamos con modelos predictivos que integran genética, manejo y ambiente, lo que nos permite anticipar la calidad del grano con mayor precisión que antes”, explicó. En esa línea, Corteva desarrolla cada año materiales blancos y amarillos de alta dureza, ajustados a las necesidades de cadenas industriales específicas.

El valor estratégico del maíz Flint argentino

Gerde, por su parte, puso el foco en la molienda seca, proceso que separa el grano en productos con distintos destinos industriales: los grits —de mayor valor— en cereales de desayuno; las sémolas, en polenta y cervecería; y las harinas, en snacks extrusados.

El investigador resaltó que Argentina es actualmente el único proveedor externo de maíz colorado duro para la Unión Europea, lo que representa una ventaja competitiva única. Ensayos de laboratorio en Rosario demostraron que granos con mayor peso hectolitrito y densidad no solo mejoran el rendimiento en grits, sino que también impactan en atributos finales como el índice glucémico de la polenta o la concentración de carotenoides.

Un mercado en expansión

Aunque el 70% del maíz mundial se destina a la producción de proteína animal y cerca del 15% a bioetanol, los Flint y pisingallo se proyectan como un nicho de alto valor agregado para alimentación humana. En este segmento, la demanda global crece impulsada por el consumo de polentas, harinas y snacks, lo que abre nuevas oportunidades para los productores argentinos.

El desafío —coincidieron los especialistas— es alinear genética y manejo con los estándares de calidad que exigen las cadenas industriales. Argentina, con su posicionamiento como proveedor confiable de maíz duro para la Unión Europea, tiene la posibilidad de ampliar mercados y fortalecer su perfil como exportador de granos diferenciados.