El investigador del INTA, Rodolfo Bongiovanni, dialogó con Cadena de Valor sobre la nueva “contabilidad ambiental, para que los productores de granos y carne logren la máxima eficiencia de sostenibilidad”.
Rodolfo Bongiovanni, investigador el INTA Manfredi, habló con Cadena de Valor y describió a la huella de carbono como la nueva contabilidad ambiental y una herramienta para que los productores de granos y carne logren la máxima eficiencia, identificando puntos críticos y obteniendo potenciales beneficios económicos y de prestigio.
El concepto se plantea como una forma de optimizar la sostenibilidad productiva mediante el manejo de datos, de forma similar a como se aplica la agricultura de precisión. “La huella de carbono es, sencillamente, el balance entre un proceso productivo que emite y lo que logra secuestrar, este cálculo se lleva a una unidad de referencia, el dióxido de carbono equivalente, y se asocia a un producto final, como un kilo de grano, un kilo de carne o cualquier unidad declarada bajo análisis” señaló.
El especialista mencionó que el INTA lleva más de 15 años trabajando en el tema junto al INTI, con más de 50 publicaciones y certificaciones realizadas bajo protocolos internacionales. Para el productor, la medición de la huella de carbono aporta una serie de beneficios directos e indirectos:
- Prestigio y Liderazgo: Contribuye a la imagen de la empresa y a su liderazgo en materia de responsabilidad social.
- Eficiencia: Permite detectar puntos críticos, como la fertilización en déficit o en exceso, para corregirlos y mejorar la sostenibilidad general del sistema.
- Potencial Monetización: Si bien el retorno económico no es inmediato para todos, un producto diferenciado con un estudio o una certificación de huella de carbono puede significar una diferencia de precio en mercados nicho.
Bongiovanni citó como ejemplo la venta de algunos productos con una etiqueta ambiental en cadenas de supermercados que alcanzan hasta un 10% más de precio. “Este valor agregado ambiental es particularmente buscado por las nuevas generaciones de consumidores en mercados donde el consumo de alimentos representa una baja porción del presupuesto familiar”.
Las soluciones para disminuir el calentamiento global están ligadas a la reforestación, los cultivos con pasturas perennes y un buen sistema radicular para el secuestro de carbono bajo el suelo. De esta manera subrayó que la principal causa de las emisiones son los combustibles fósiles, que representan el 71% de la huella global. Frente a esto, es clave avanzar hacia la energía sostenible ya sea eólica, solar u otras.
Frente a esto diferenció las dos herramientas cruciales:
- Huella de Carbono: Permite conocer y mejorar la imagen corporativa o de producto.
- Bonos de Carbono: Son mecanismos de mercados voluntarios que reconocen la remoción o secuestro de carbono. “Ese dióxido de carbono que está en la atmósfera y lo podemos convertir en algo que quede almacenado en el suelo”, manifestó.
Por otra parte, Bongiovanni advirtió sobre la escala necesaria para buscar un retorno económico. Para monetizar un producto, “se debe buscar llegar al consumidor final o a un comprador que necesite esa información, como ocurren con la cadena del maní”. En el caso de los bonos de carbono, “las cifras manejadas indican que se requieren más de 20.000 hectáreas para que la inversión comience a tener sentido, lo que sugiere trabajar a través de grupos de productores o asociaciones”, indicó.
Por último, el investigador del INTA dejó un mensaje final: “El productor debe definir sus objetivos: si busca responsabilidad social, la huella es una buena herramienta; si busca un retorno económico, debe realizar un estricto análisis de costo-beneficio”.